Luis Ballesta: "sin la UNAMA no sería posible saber lo que hacen los talibanes y lo que ocurre en Afganistán"
 

Documentalista de carrera y asignado a la UNAMA desde el pasado mes de marzo, Luis Ballesta Saeta (Girona, 18 de febrero de 1983, aunque se crió en A Saínza, Rairiz de Veiga) es uno de los 300 que la ONU tiene en este campamento afgano de Kabul. Un día tras otro, Luis Ballesta se ocupa de distribuir, asignar y clasificar los miles de documentos que se emiten en suelo de los talibanes. Se aproxima la primavera, una época "complicada" siempre en Afganistán, dice quien sostiene que el trabajo de la UNAMA es "el testimonio de lo que hace la ONU, el por qué de seguir en Kabul, y la denuncia de lo que todavía siguen haciendo los talibanes".

 
 
 
 
En Kabul, Afganistan
4 de FEBRERO de 2013: OURENSE DIXITAL

A cinco mil kilómetros de distancia de la Saínza donde se crió, aunque naciera en Girona hará pronto 30 años, Luis Ballesta Saeta es uno de los tres españoles que forman parte de la UNAMA, la United Nations Assistance Mission in Afghanistán. Aquí, en Kabul, lleva desde el 20 de marzo de 2012 como documentalista asignado a las funciones de gestionar toda la documentación que llega a este puesto de la ONU en suelo afgano.
Aquí llegó hace diez meses proveniente de Belfast, Irlanda, tras optar desde España a una plaza como voluntario de las Naciones Unidas. Diez meses después, "en Kabul la vida me parece un poquito más tranquila, aunque siga siendo peculiar".

En el campamento de la UNAMA, de aproximadamente un kilómetro de extensión, viven 300 personas de 150 nacionalidades distintas asignadas a esta misión de la ONU para pacificar Afganistán. "Españoles somos tres, pero creo que pronto se irán dos y, por el momento, me quedaré sólo", afirma.
La vida transcurre dentro de este recinto la inmensa mayoría de las horas de los días y sus noches. "Cuando es preciso salir, lo que hacemos para ir a determinados lugares, son lugares llamados seguros, a los que vamos protegidos", dice.
Cada mes y medio es decir, cada seis semanas, toca una de descanso forzoso. "Es bueno para nosotros, para desconectar de allí y no aislarnos demasiado de aquí", afirma Luis Ballesta.

En Kabul ahora la vida es "bastante más tranquila que cuando llegué", asegura. Pero "cada cierto tiempo surge un toque de atención que te saca de la rutina, aquí la rutina es muy mala porque te puedes olvidar de que aún queda mucho por hacer y la paz no está ganada", asegura. Y de vez en cuando surgen sobresaltos.
Se aproxima la primavera, y "la primavera es más problemática porque los talibanes empiezan su campaña y se reactivan". Eso parece que ya esté previsto.
Asegura que a todo llega a acostumbrarse uno, también a vivir en tensión, "lo cual es peligroso porque, ciertamente, te acostumbras a lo que no debes".

La información, una cuestión vital en Afganistán

Diez meses después de su llegada a Kabul, Luis Ballesta dice sentirse contento y orgulloso de su trabajo, que toma como una "misión" en su vida, además de como una labor profesional. "Puede parecer demasiado técnico, pero gestionar la información es vital, las informaciones que llegan a la UNAMA generan cantidad de documentos y son el testimonio de lo que hace la ONU, el por qué de seguir en Kabul, y la denuncia de lo que todavía siguen haciendo los talibanes", afirma.
Según Luis , "sin la UNAMA no sería posible saber lo que hacen los talibanes y lo que ocurre en Afganistán".

Y el pueblo afgano es, a su vez, una realidad "compleja y múltiple". De entrada "son cientos y cientos de tribus", un país donde "los cambios son muy lentos y no es fácil conseguirlos", estructurado internamente en tribus que buscan siempre ser autosuficientes: "allí nadie espera que alguien venga a resolverte sus problemas, lo haces tu o buscas entre los tuyos quien pueda ayudarte, pero nadie más te ayudará", explica.
Por eso cada vez que vuelve a casa dice que le sorprende que "aquí le damos importancia a cosas que allí no tendrían ninguna, me parece incluso un poco frívolo cuando esas cosas se podrían solucionar con poco, y luego no dejan que veamos la raíz de los problemas", afirma.

En breve Luis Ballesta emprenderá viaje de regreso a Kabul, al encuentro, asegura, de unas gentes con unas carencias importantes en materia de formación; reacias a admitir que no todo lo que llega de Occidente tiene que ser, necesariamente, malo y perverso; un pueblo, asegura, plagado de "estereotipos", que se sigue encontrando muy cómodo con sus tradiciones y con sus dogmas, y al que, cree, "todavía le falta mucho para adaptarse a los cambios que necesita".
De ahí, concluye, que "la presencia de la ONU en Kabul sigue siendo necesaria", y que "la ONU deberá estar en Afganistán mientras no tengamos las suficientes garantías de que los talibanes permitirán los cambios que es necesario que se den".

 
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